Me prometí a mí mismo que no
escribiría ninguna reseña sobre esta película, y que tampoco la vería. Lo
segundo lo incumplí ampliamente y lo primero lo estoy incumpliendo porque se me
da la gana, así de simple.
Cuando ya ha pasado la
fiebre del estreno del filme, cuando las aguas –por lo menos en Colombia, no sé
si en China- están volviendo a su cauce normal, hablando cinematográficamente, he
decidido muy humildemente dar mi opinión sobre esta cinta; y publico esta reseña
en el blog de FBG Cine y Literatura y no en la página FBG Cine porque también
se me da la gana. En este 2016 amanecí muy caprichoso.
He leído decenas de reseñas
sobre “Star Wars: Episodio VII”, he visto decenas de videos de Youtube donde
hablan sobre esta película; y después de esto no me queda otra opción que meter
la cucharada.
“El despertar de la fuerza”
es globalmente una producción muy decente, muy bien hecha; visualmente
impecable. Sin embargo, tiene varios puntos no tan buenos, otros regulares y
otros tremendamente espantosos.
Sí, la principal crítica que
se le ha hecho a la película es el de ser un remake de “Episodio IV: Una nueva
esperanza”, la cinta original de 1977. Los que piensan esto tienen toda la
razón. El argumento general es muy parecido, hay personajes casi que calcados
entre una y otra película, y sobre todo, el ambiente creado por J.J Abrams solo
tiene un objetivo: llevarnos al pasado, a la nostalgia por las películas
originales.
George Lucas el creador
original de Star Wars vendió la franquicia del filme por cuatro mil millones de
dólares y pucho, y fuera de eso les encimó a los de Disney la empresa Lucas
Films. El señor Lucas perdió el control sobre su propia historia, sobre la
película que lo hizo famoso en todo el mundo. Algunos afirman que fue una buena
decisión porque él se estaba quedando sin maniobrabilidad creativa, y otros
opinan que fue un error craso (yo soy de los que opinan lo segundo).
El señor Abrams –el director
de “El despertar de la Fuerza”- tenía un reto muy difícil de superar, es
cierto, satisfacer a los millones de fans de Star Wars, y eso sería una misión
muy complicada, ¿qué hizo el señor Abrams? La fácil, se fue por el camino más
corto, menos arriesgado, y era hacer una nueva película pero acudiendo a los
ingredientes de las películas más exitosas de esta franquicia: las de la
primera trilogía, o sea los episodios 4, 5 y 6.
La película, y vuelvo y lo
repito, no es mala, no es regular, es buena, pero deja un tufillo muy maluco en
los fans de esta cinta. Muchos críticos ya lo han dicho y estoy de acuerdo, el
asunto es que J.J Abrams hizo esto de manera deliberada, ni siquiera de forma
velada. Fue un asunto de facilismo creativo.
El diseño de los personajes
malos en “Star Wars: Episodio VII” fue muy deficiente, casi que decepcionante.
En primer lugar, siempre se presentó esta saga de filmes como una lucha entre
los Jedi y los Sith, pero resulta que en esta película no hay Jedis, ni Siths.
Kylo Ren – el malvado de la máscara metálica- no es un Sith, es un Caballero de
Ren, sin embargo, ¿quiénes carajos son los Ren? ¿De dónde salieron? ¿Qué pitos
tocan? ¡No! No sabemos nada de los Ren. El emperador – o aquí llamado Líder
Supremo Snoke- es un muñeco hecho por computador, el cual no transmite terror,
ni susto, ni nada. Fuera de eso, ¿quién es Snoke? ¿De dónde salió? ¿Es un Sith?
¿Quién es? La película no dice nada.
En su afán por imitar al
Episodio IV, J.J Abrams puso a Kylo Ren con una máscara, ¿por qué? ¿Para qué
necesita la máscara? ¡Si se la saca y se la pone toda la película! Cuando Darth
Vader utilizaba su máscara era porque la necesitaba, el señor no podía respirar
sin la máscara; en cambio Kylo Ren la utiliza no sabemos para qué;
probablemente para que Disney pueda vender juguetes.
Hay personajes totalmente
insubstanciales como el general Hux, la capitana Phasma, e incluso, el
mismísimo Poe Dameron que supuestamente vendría a representar a los hábiles y
avispados pilotos de la resistencia, sin embargo, nada. La aparición del actor
Max Von Sydow al principio del filme es casi que deprimente. Nada que ver con
la aparición del legendario Alec Guinness en la primera trilogía, cuando
interpretó a Obi Wan Kenobi.
Otros personajes sí tienen
una relevancia significativa, por ejemplo, la de Rey, interpretada por la
bellísima actriz británica Daisy Ridley. Creo que muchos salimos enamorados de
esta niña después de ver la película; y al parecer ella será la protagonista de
la nueva trilogía, ¿se convertirá en Jedi? ¿Qué pasará? ¿De quién es hija esta
chicuela tan hermosa?
La decisión de que Rey sea
la nueva protagonista de esta trilogía es un punto a favor de la película, lo
mismo que la creación del androide BB-8, el cual se robó el show totalmente,
como ya han mencionado muchos. Colocar a una mujer como la nueva Jedi está muy
bien, fuera de eso, el casting fue perfecto, Daisy Ridley es una niña
simpática, atlética y no es una modelito voluptuosa o algo por el estilo; muy
bien por eso.
Uno de los puntos más
débiles –y volvemos a lo malo- de “El despertar de la Fuerza” es que, como ya
dije, no hay Jedis, ni Siths. Hay personajes que conocen la Fuerza como Maz
Kanata (un remedo de Yoda), y al final, Rey parece que fuera poseída por esta,
por la Fuerza, sin tener ningún entrenamiento de Jedi (por lo menos que
nosotros sepamos).
“Star Wars: Episodio VII”
representa metafóricamente la pérdida de la libertad; los nuevos malos (la
Primera Orden) son un nuevo imperio galáctico dictatorial; todos los esfuerzos
de los antiguos rebeldes y de los Jedis por restaurar la libertad fueron
esfuerzos vanos. Es muy triste que esta carencia de creatividad por parte de
Abrams nos lleve a pensar que ese probablemente sea el destino de la humanidad;
que metafóricamente los hombres siempre nos encontremos ante un destino
inevitable: el de nuestra propia esclavitud; y que los Jedis (los que luchan
por la libertad, la justicia y la democracia) estén desaparecidos.
Cuando salí del cine me
pregunté: ¿Qué hubiera hecho George Lucas? Creo que muchos quedaron con esta
misma incertidumbre. Una película visualmente impecable, buenas propuestas
(como las de incorporar a Rey y a BB-8), acudir a los viejos personajes (Han
Solo, Leia, Chewbacca y Luke Skywalker); pero, al final, nos quedan muchas
preguntas, muchos sinsabores.
El personaje de Finn, el que
interpreta John Boyega, es una incógnita absoluta. ¿Será que habrá amor con
Rey? ¿Será un nuevo Han Solo? ¿Qué lugar ocupa este personaje en la nueva
trilogía? Hasta ahora no me cuadra por ningún lado. Creo que fue una
incorporación extraña; y ojalá que no tenga nada que ver el color de su piel
para haberlo puesto allí. En las dos trilogías anteriores George Lucas fue
criticado por esto; en Star Wars no había afro-descendientes. Es por esto que
en el Episodio V aparece Lando Calrissian, y en la trilogía anterior está el jedi
Mace Windu, interpretado por Samuel L. Jackson.
En fin, en 2017 se estrenará
Episodio VIII, que ojalá despeje muchas incógnitas; y que ojalá los Jedis no
queden tan mal como han quedado en “El despertar de la fuerza”. También quiero
que aparezcan los Sith para que les den duro, por ser tan malos. También me
gustaría que los Jedis representen metafóricamente esa esperanza de la lucha
por la libertad que está totalmente ausente en Episodio VII.
Que la Fuerza acompañe a
Disney para que por lo menos le hagan algunas consulticas a George Lucas, y que
Star Wars no se pierda como otra película más de transacción de franquicias
creativas, o como otra película de secuelas del montón. El problema no es la
taquilla sino el tufillo que deja en los fans, en los seguidores, en los que
amamos esa ópera galáctica.
Mi calificación para esta
película es de 4.1 sobre 5.0.
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